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  • Foto del escritorThe Coke Cartel

Pobreza: muchos culpables y uno de ellos: Coca Cola.



La actual inequidad en muchos países no surgió espontáneamente a partir de las fuerzas del mercado, sino que ha sido determinada y fortalecida por la política de los gobernantes.


“Aumentan las desigualdades en todos los países ricos, no solo en Estados Unidos. El dinero del 1 % más rico ha inundado la política. El mercado laboral estadounidense está partido en dos: los puestos de becario sin remuneración son habituales y los trabajos de aprendizaje parecen durar toda una vida, mientras que los cargos técnicos y de gestión de más alto nivel están mejor pagados que nunca. El individuo, impotente, se encuentra ante una perspectiva nada halagüeña”, la anterior afirmación es de Jaron Lanier y está plasmada en el libro ¿Quién controla el futuro?

Él es músico, artista gráfico, escritor y experto en informática. Además, fue considerada una de las 100 personalidades más influyentes del mundo en 2011 según la revista Timer. También fue el creador del concepto realidad virtual.

El libro tuvo su primera edición en 2014. Esa pauperización del empleo, así como su escasez, sobre todo para las nuevas generaciones, es uno de los factores que sirvió de acicate para las protestas en Colombia.

Si el Fondo Monetario Internacional, FMI, y el Banco Mundial, BM, supuestamente sirven para ayudar a los países, sobre todo a los pobres, ¿por qué en las últimas décadas se agravó su situación? En la página web del FMI se afirmó: “Es una organización internacional fundada en 1945 cuya función, según sus estatutos, es la de fomentar la cooperación monetaria internacional, afianzar la estabilidad financiera, facilitar el comercio internacional, promover un empleo elevado y un crecimiento económico sostenible y reducir la pobreza en el mundo entero”.

Por su parte, en su sitio oficial en internet se explicó: “El BM es una organización internacional especializada en finanzas cuya principal actividad es la ayuda a países en desarrollo que necesiten apoyo económico a través de préstamos o créditos y que se encuentren en situación de pobreza”. ¿Han fallado estas dos entidades internacionales en el manejo de sus políticas e implementaciones para los países pobres?, o ¿será porque favorecen a grupos económicos poderosos?

Una globalización devastadora

A esas preguntas da respuesta Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, quien después de trabajar en el consejo de asesores económicos del presidente Bill Clinton, pasó al BM, donde fue economista jefe y vicepresidente sénior durante casi 3 años, desde 1997 hasta enero de 2000. En su texto El malestar en la globalización, tercera edición 2009, afirmó: “Escribo este libro porque en el Banco Mundial comprobé de primera mano el efecto devastador que la globalización puede tener sobre los países en desarrollo, y especialmente sobre los pobres en esos países”.

Señaló, además: “Según el Consenso de Washington, el crecimiento tiene lugar merced a la liberalización, ‘destrabar’ los mercados. Se supone que la privatización, la liberalización y la macroestabilidad generan un clima que atrae la inversión, incluyendo la extranjera. Esta inversión genera crecimiento. Las empresas extranjeras aportan conocimientos técnicos y acceso a los mercados extranjeros, y abren nuevas posibilidades para el empleo. Dicho esto, hay aspectos negativos reales”.

Anadió: “Cuando llegan las empresas extranjeras a menudo destruyen a los competidores locales, frustrando las ambiciones de pequeños empresarios que aspiraban a animar la industria nacional. Hay muchos ejemplos de esto. Los fabricantes de refrescos en todo el mundo han sido arrollados por la irrupción en sus mercados de la Coca-Cola y la Pepsi. Los fabricantes locales de helados han visto que no pueden competir con los productos de Unilever”.

Dijo igualmente en su libro En ausencia de leyes estrictas sobre la competencia –o de una aplicación efectiva-, una vez que la empresa internacional expulsa a los competidores locales, emplea su poder monopólico para subir los precios. Los beneficios de los precios bajos fueron efímeros”.

También, señaló que otro campo donde las empresas extranjeras han abrumado a las nacionales es la banca.

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